Muchos cirujanos ortopédicos aconsejan a sus pacientes disminuir su nivel de actividad después de una artroplastía total de rodilla, por el riesgo potencial del desgaste del polietileno que puede ocurrir, resultando en un fracaso prematuro de su artroplastía. Sin embargo, por el deseo de mejorar su capacidad física después de la cirugía y con una gran proporción de pacientes que son atletas seniors activos, el problema del tipo de actividades en que puede participar un paciente con artroplastía total de rodilla debe ser analizado. En este estudio, pacientes quienes juegan tenis y sufrieron dicha cirugía fueron analizados en sus condiciones de habilidades funcionales y grado de satisfacción. Fueron reclutados por medio de un cuestionario orientados a tres áreas generales: 1) los datos clínicos sobre la artroplastía total, 2) cuestiones generales del tenis, 3) cuestiones específicas del tenis.
Resultados:
28 hombre (39 rodillas artroplastiadas, o sea, algunos bilateral) y 5 mujeres (7 rodillas artroplastiadas) con un promedio de 64 años (de 37 a 86 años) completaron el cuestionario.
Con respecto a la artroplastía, 32 fueron cementadas, 4 no cementadas, y 10 fueron prótesis híbridas. 7 pacientes, que representa el 21%, fueron autorizados por sus cirujanos a participar en singles, a 15 pacientes (45%) se les recomendó su participación sólo en dobles, y los cirujanos se opusieron a que 18 pacientes (55%) jugaran al tenis. El 30% de los pacientes sufrieron la operación específicamente para continuar jugando tenis, el 36% tuvieron la operación para jugar al tenis y tener un alivio de su dolor, y el 33% tuvieron la operación para jugar al tenis y mejorar la movilidad articular.
En el 4% de los pacientes (2) fue necesaria una cirugía de revisión por desgaste del polietileno después de una artroplastía cementada a los 8 y 11 años de la cirugía original.
Sobre las cuestiones generales del tenis, ellos tenían un promedio de 35 años jugando al tenis. Retornaron al juego a los 6 meses en promedio y continuaron jugando singles a un promedio de 2,9 estímulos semanales, y dobles a un promedio de 3,2.
Sobre las cuestiones específicas del tenis, en cuanto a los golpes y componentes del juego, refirieron marcadas mejorías. Los parámetros de movilidad en el juego mejoraron, desde un estado de extrema dificultad con marcada rigidez y dolor a un nivel donde pueden realizar la actividad con mínima rigidez sin dolor. Hubo sin embargo una pérdida de velocidad en el court notada luego de la artroplastía.
Futuros estudios serán necesarios para determinar los efectos a largo tiempo (15 años o más) de la actividad del tenis sobre los cambios clínicos y radiológicos de las artroplastías totales de rodillas. Sin embargo, el elevado grado de satisfacción de los pacientes y la baja tasa de fallos descriptos en este estudio muestran que los pacientes fueron capaces de jugar al tenis regularmente a un nivel competitivo.
miércoles, 8 de abril de 2020
Reconstrucción artroscópica del ligamento cruzado posterior: Comparación entre la plástica con tendón del cuádriceps y el injerto con isquiotibiales cuádruples.
El LCP es la restricción principal para el traslado posterior de la rodilla. Su lesión es poco habitual, representando del 5 al 15 % de todas las lesiones de la rodilla. Las consideraciones para el tratamiento de la ruptura del LCP no están bien definidas. Tradicionalmente, las rupturas aisladas del LCP se trataban en forma no quirúrgicas. La reconstrucción quirúrgica es generalmente tomada en cuenta en caso de lesiones agudas grado III o IV, o para lesiones en ligamentos múltiples.
Ya se han propuesto y evaluado una variedad técnicas para la reconstrucción del LCP, como la plástica, el aloinjerto, y la reconstrucción extraarticular. Sin embargo, la elección más apropiada del injerto sigue siendo aún polémica.
En esta nota, elegimos hablar del procedimiento artroscópico utilizando el injerto con tendón del cuádriceps o el injerto con isquiotibiales cuádruple para la reconstrucción del LCP.
El objetivo de la investigación, llevada a cabo por médicos y kinesiólogos, fue comparar los resultados clínicos de ambas técnicas, con un control posterior a la reconstrucción consistente en un seguimiento mínimo de dos años. Sólo fueron incluidos pacientes que presentaban una lesión aislada del LCP, los dos grupos eran equiparables en cuanto a edad, sexo, y nivel de actividad previo a la lesión, y las técnicas de cirugía artroscópica, los programas de rehabilitación posquirúrgica y las técnicas de evaluación de los resultados eran idénticas en ambos grupos. Por lo tanto, la clase de injerto, la técnica de fijación y los resultados fueron la diferencia inicial de los dos grupos estudiados.
En el período estudiado, hubo 24 pacientes con plástico con tendón del cuádriceps, y 30 pacientes con semitendinoso y recto interno cuádruple.
Para obtener los resultados se realizó un examen de cajón posterior manual para evaluar la estabilidad de la rodilla (se puede utilizar un artrómetro), la medida del contorno del muslo para evaluar la atrofia muscular, y la maquina de isosinecia para detectar diferencia muscular residual con la pierna contralateral.
Resultados:
Los pacientes del grupo del tendón del cuádriceps mostraron resultados positivos en el 86 % de los casos, y en el grupo de isquiotibiales fue del 89%; el 55% de los del grupo del tendón del cuádriceps y el 59% del grupo de isquiotibiales pudieron retornar a un nivel de actividades moderado o enérgico.
A los dos años de la cirugía, el 41% del grupo del tendón del cuadriceps, y el 52% del grupo de los isquiotibiales recuperó la fuerza extensora en un 90% o más.
La fuerza flexora se recuperó en un 64% en el grupo del tendón cuádriceps y en un 46% en el de los isquiotibiales.
El análisis de estos resultados no demuestran ningún tipo de superioridad entre las técnicas, por lo que se sugieren ambos tipos de injertos para la reconstrucción del LCP para garantizar una buena función del ligamento.
Comentario:
La ruptura aislada del LCP nos plantea la disyuntiva del tratamiento: conservador o quirúrgico?
La falta de unanimidad para la elección más apropiada del injerto, para la reconstrucción de un haz o dos, para la elección del sitio de colocación de los túneles, del ángulo de flexión de la rodilla al asegurar el injerto y de los métodos de fijación, junto a resultados todavía no convincentes de diferentes estudios, deben llevarnos a pensar detenidamente si los resultados siempre serán mejores con reconstrucción quirúrgica que con métodos conservadores.
Ya se han propuesto y evaluado una variedad técnicas para la reconstrucción del LCP, como la plástica, el aloinjerto, y la reconstrucción extraarticular. Sin embargo, la elección más apropiada del injerto sigue siendo aún polémica.
En esta nota, elegimos hablar del procedimiento artroscópico utilizando el injerto con tendón del cuádriceps o el injerto con isquiotibiales cuádruple para la reconstrucción del LCP.
El objetivo de la investigación, llevada a cabo por médicos y kinesiólogos, fue comparar los resultados clínicos de ambas técnicas, con un control posterior a la reconstrucción consistente en un seguimiento mínimo de dos años. Sólo fueron incluidos pacientes que presentaban una lesión aislada del LCP, los dos grupos eran equiparables en cuanto a edad, sexo, y nivel de actividad previo a la lesión, y las técnicas de cirugía artroscópica, los programas de rehabilitación posquirúrgica y las técnicas de evaluación de los resultados eran idénticas en ambos grupos. Por lo tanto, la clase de injerto, la técnica de fijación y los resultados fueron la diferencia inicial de los dos grupos estudiados.
En el período estudiado, hubo 24 pacientes con plástico con tendón del cuádriceps, y 30 pacientes con semitendinoso y recto interno cuádruple.
Para obtener los resultados se realizó un examen de cajón posterior manual para evaluar la estabilidad de la rodilla (se puede utilizar un artrómetro), la medida del contorno del muslo para evaluar la atrofia muscular, y la maquina de isosinecia para detectar diferencia muscular residual con la pierna contralateral.
Resultados:
Los pacientes del grupo del tendón del cuádriceps mostraron resultados positivos en el 86 % de los casos, y en el grupo de isquiotibiales fue del 89%; el 55% de los del grupo del tendón del cuádriceps y el 59% del grupo de isquiotibiales pudieron retornar a un nivel de actividades moderado o enérgico.
A los dos años de la cirugía, el 41% del grupo del tendón del cuadriceps, y el 52% del grupo de los isquiotibiales recuperó la fuerza extensora en un 90% o más.
La fuerza flexora se recuperó en un 64% en el grupo del tendón cuádriceps y en un 46% en el de los isquiotibiales.
El análisis de estos resultados no demuestran ningún tipo de superioridad entre las técnicas, por lo que se sugieren ambos tipos de injertos para la reconstrucción del LCP para garantizar una buena función del ligamento.
Comentario:
La ruptura aislada del LCP nos plantea la disyuntiva del tratamiento: conservador o quirúrgico?
La falta de unanimidad para la elección más apropiada del injerto, para la reconstrucción de un haz o dos, para la elección del sitio de colocación de los túneles, del ángulo de flexión de la rodilla al asegurar el injerto y de los métodos de fijación, junto a resultados todavía no convincentes de diferentes estudios, deben llevarnos a pensar detenidamente si los resultados siempre serán mejores con reconstrucción quirúrgica que con métodos conservadores.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)